domingo, 6 de abril de 2008

LA ESPERA

Otra vez estoy aquí, esperándote. Y no debería extrañarme, porque es una especie de rutina que ya se ha establecido entre los dos: tu promesa de llegar, acompañada con tu tardanza, que se va prolongando hasta que se convierte en una molesta sensación de odio esclavizante, porque no puedo, no logro recuperar mi vida durante todo ese lapso que termina hasta que el timbre suena, y apareces allí, sonriendo, con tu inconfundible porte latino y tu típica expresión cordial, que en ese momento hace que olvide las mil y un maldiciones que te dediqué durante cada segundo que te estuve esperando.
Hay una pregunta rondándome la cabeza, y lo que más detesto es no saber si es importante o no: ¿Por qué las cosas no pueden ser diferentes entre tú y yo? Digamos que diferentes de tal modo que sean satisfactorias para los dos. Ya sabemos que tu satisfacción es segura. Sabes qué esperas, qué quieres de mí, y siempre lo has obtenido. En cambio, para mi es diferente, especialmente mientras la espera se prolonga, se extiende. En ese fragmento de eternidad me revuelco por dentro, queriendo saber si algún día serás capaz de cambiar, digamos que para replantear nuestras diferencias en otro nivel, y que yo ya no tenga que estar pendiente de que llegues, alternando la esperanza de que aparezcas pronto con la sensación de humillación por saber que estoy a disposición de tu caprichosa y unilateral forma de manejar tu tiempo y el mío.
Hay otra pregunta, aunque esta me ronda las vísceras: ¿Dónde radica el origen de la diferencia entre los dos? Nunca me han gustado las explicaciones orientadas al tema étnico cultural, pero tal vez todo provenga del hecho de que yo soy sajona y tu mexicano. A fin de cuentas, creo que es falso que seamos iguales. Y nuestra relación es el primer argumento que tengo para sostener el punto. Tenemos diferentes ideas respecto a cómo tratarnos, incluso si vemos el asunto desde la óptica más comercial posible. Tenemos diferente color de piel. Tenemos diferentes formas de rostro. Tenemos diferentes sexos, y diferentes formas de entenderlos, asumirlos y aplicarlos. ¿Será cuestión educativa? Si hubiéramos crecido juntos, estudiado juntos, o por lo menos estudiado lo mismo, tal vez la diferencia del origen y el color de piel no fuera determinante. Pero tú ni siquiera estudiaste, y yo estoy doctorada. ¿Será eso lo que determina que miremos el mundo de manera tan distinta? ¿Será factible que alguna vez lleguemos a empatar nuestras perspectivas? Tal vez entonces yo no voy a estar aquí pegada a la cortina, esperando a que aparezcas en tu motocicleta y me vuelvas a desarmar con tu sonrisa cínica, casi inmoral, que cada vez que la recuerdo me recuerda lo mucho que estoy a tu disposición.
Sospecho que la culpa es mía por no atreverme a cambiar. Pero es que también sospecho que hay algo de miedo por pensar que quien venga a ocupar tu lugar va a ser igual. Y me preocupa la idea de que esa sospecha pueda ser síntoma de que, a fin de cuentas, ya estoy acostumbrada a ti. Que después de todo yo también se qué esperar de ti, y que en esencia no me sorprendes. Me enfadas, pero no me sorprendes. Y por eso puedo dejar que la rutina siga: tú te tardas y yo te espero.

Por fin llegas. Bajas de tu moto, te acercas, y al verme en la ventana me sonríes y llamas a la puerta. Te disculpas con tu desvergonzada sonrisa y matas mi enfado, como tantas veces en el pasado y probablemente en el futuro. Me entregas la pizza, te doy un dólar de propina, y me lo agradeces como si fuera lo mejor que puede ofrecerte la vida. Te vas, y mientras contemplo tu silueta alejándose por el boulevard repito la letanía con la que siempre me quedo mientras escucho el ruido de tu moto cada vez más distante: “Maldito servicio a domicilio”.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Buenos días. Del blog de Raquel salté para acá. Muchas felicidades; no dejes de escribir. Un abrazo.

Luis G. Mendoza dijo...

Hola buna tarde, he entrado a su blog y estoy leyendo cosas interesantes, me gustaria estar en contacto contigo, tambien soy escritor, mi blog es www.luisgmendoza.blog.spot, que apenas estoy reconstruyendo

Saludos ah y soy amigo de Vero, de orizaba

Luis Gustavo